Un día dentro de lo absurdo, o sea, normal ya que otra vez me sentí idiota. Cuento; esta mañana me levante temprano, más o menos como siempre, me preparo el desayuno que consiste en un puñadito de bayas de Goji, cinco en total, dicen que van muy bien para la próstata y un montón de cosas más, unas tostadas, dos vasos de agua, más por sed que por prescripción, lo segundo me lo paso por el arco el triunfo, y para terminar un zumito de naranja. Ya casi estoy preparado para empezar el día, hoy lo tengo más o menos fácil, pero seguro que al final se atonta, como así ha sido. Me afeito delicadamente procurando, no se para que, que la cara me quede muy finita y la verdad lo consigo. Después hago otra cosa que no viene al caso y por último en lo que se refiere al baño, me ducho, es para mí un gran momento, me gusta que el agua me recorra el cuerpo y me encanta el jabón. Bien, no dejo lugar sin ser minuciosamente aseado, una vez seco paso al momento de vestirme y ya como final, el peine y el cepillo de los dientes, la cosa de momento anda bien. Me miro y vale, lo que tengo delante tiene buen aspecto, no es el que me gustaría pero me aguanto como cualquiera. Me suena le avisador del móvil, faena en ristre, he de ir al ambulatorio por recetas y la cita es a las ocho cuarenta y cinco y son las ocho y treinta, así que a darme prisa. Salgo escopetado, paso rápido y llego al ambulatorio justo a la hora, menos mal espero que la ley de Murphy falle y la doctora no haya adelantado las llamadas. Me siento, apago el móvil como cortesía y espero que el altavoz pronuncie mi nombre, ese chisme casi no se oye y lo poco que dice no se entiende, así que o estas atento o te quedas fuera, a los diez minutos suena entrecortadamente mi nombre y no por timidez de la doctora, es que el sistema es tan fino que se come sílabas y parece que sea tarzán con voz de mujer quien llama. Entro y ahí esplendorosa esta ella, la doctora, me siento, extiendo las cajas de los medicamentos que quiero sobre su mesa, los míos a un lado y los de Carmen en el otro, mira ella muy seria y empieza a escribir recetas, primera pregunta, esto lo tomas todos los días, respuesta depende del tiempo, si es malo si, si es bueno no, se refiere a unos ansiolíticos, me callo que en el consumo de estas pastillas tengo cierta ayuda, las cosas son como son. Me pregunta, que tal la tensión, le digo que bastante bien y le enseño la tarjeta que me dio con las anotaciones de tal motivo, 143, 78 es la media de lo que hay, se pone seria, más aun y me dice que esta alta, yo le respondo que creo que no que está bien, me enseña su nota en la tarjeta, 140, 90, coño, tres o custro puntitos de nada y ya quiere empildorarme. Me da una hojita y me dice que para hacerse una más clara idea, me la he de tomar todos los días tres veces, o sea, mañana, medio día y noche, pues vale, así lo haré, tres veces cada dos minutos las tres veces al día, tiecojones la cosa.
Me voy dándole a mis pensamientos, estos hoy no vienen al caso, pero con la idea de tomarme un cortadito en el bar Canadá, ahí está Cesar, guarro como nadie: Me explico, es el cocinero y atiende a los clientes cagándose en todo lo que hay a su alrededor, si le piden tostadas y está cabreado les dice que no hay que si las quieren que se larguen a otro sitio. Eso si, como no se pone mandil, la camisa a la altura de la panza se le puede escurrir el aceite y hacer huevos fritos con puntilla, sus uñas nunca hay que mirárselas, de hacerlo no tomas ni el aire del local, que además está un rato contaminado, pues sólo se airea en verano y es porque con el calor lo tienen todo abierto. Me tomo el cortado, charlamos Cesar y yo un rato, se me olvido decir que aparte de guarro, es una bellísima persona, de verdad, con mala leche, pero muy bueno.
Me voy a casa, quiero hacerme un almuercito que se compone de cuarenta gramos de pan y un poco de atún en aceite con un buen vaso de agua, todo un lujo, esto último lo digo en serio.
A partir de ahora viene mi transformación de normal a idiota o sea aún más. Para ir a recoger la Hospital las recomendaciones previas a la intervención culinaria, o sea lo que he de hacer antes dé, pues bien. Me voy a la parada del bús, miro en ese lio de raya en plan bucle llena de puntos y veo que el bus nº3 pasa por ahí, por la parada donde estoy, como creo es el mismo que en la anterior visita me dejó en Marqués del Turia, no dudo ya que el plano está hecho para por donde a mi me van a hacer la biopsia, creo, en mala hora que me deja cerca de la Fe, o sea a un paso del 9 de Octubre. Lo espero, viene y me subo, pago el euro con veinticinco céntimos y me arriesgo que ese experto en pisar tanto el freno como el acelerador corro a cogerme a algo para que antes que con sus las malas leches lo ponga en marcha y me dé tiempo para no verme estampado contra el fondo del bus, cosa que no consigo y a duras penas me agarro con fuerza en una barra que en mi vuelo la distingo y en ella me cojo como puedo, sobre tal sujeto, dedico un corto tiempo en maldecir a toda su familia con los peores epítetos que os podéis imaginar. Una vez ya amarrado a un poste y yendo de un lado para otro, gracias a la pericia que tiene en los pies ese salvaje me relajo esperando que el bus me pare en Nuevo Centro. ¡¡¡¡¡Dios!!!!!!, veo con asombro que dobla y coge la calle Ángel Guimerá, ¿que coño pasa?, ¿porque por ahí?, bueno, pienso que lo más seguro es que vaya por Pérez Galdós y así llega al 9 de Octubre a la inversa. Pues no, sigue por la Avenida del Cid, aun me queda la esperanza que doble en alguna calle hacia la derecha, otra parada más y el tío sigue. Tomo la decisión de bajarme en la primera, así que pulso ese botón maldito que en otra ocasión me dejo viendo parada tras parada que no se abrían las puertas mientras cada vez estaba más lejos de mi destino y por verguenza no pregunte que se hacia para que se abrieran hasta que lo descubrí, ahí en uno de esos postes de mierda que ponen como agarradero, veo una cosa negra, esel jodio botón de aviso para que abra ls puertas, aprieto ese maldita cosa, para y me bajo, miro el panorama y presiento que estoy más lejos que desde mi punto de partida hasta el 9 de Octubre. Tomo la decisión y sin conocer el lugar, hacerlo andando, pienso que un poco de ejercicio no me vendrá nada mal, así que tiro “palante” y ya aparecerá algo en la ruta que me indique mejor el camino, como así ocurrió, la caminata es de las buenas, pero bien, me siento bien, el andar me a dado tiempor a potar todas mis maldiocines contra los cartelitos de la ruta del bus. Una vez realizado los tramites que a semejante lugar he tenido que ir, esto lo abrevio, me voy hacia nuevo centro a la parada del bus para tomar otro que me deje en la Avenida Marqués del Turia, según recordé era el nº 3, miro los carteles y dice que el 3, 41,79, pasan por dicho lugar. Según una mierda de cartel informativo, dice o creo entender, que paran donde estoy yo. Ahí me tienes esperando como un memo mientras pasan todos los que son de esa ruta, el 2, 60, 61 y no se cuantos más, yo esperando un imposibles los que por ahi no pasa es el 3 la culpa de un cartel informativo que lo hizo algun hijo puta para liearnos pues si pone en la raya el 3, al final le pregunto a uno de esos choferes mal nacidos y con una sonrisa de superioridad me dice, es el 2. Este capítulo que apunto, lo trataré con más calma, pues la cosa tiene su miga, la miga de alguien como yo que un día se dio cuenta que era idiota.
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