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martes, 9 de noviembre de 2010

Cada día que pasa y miro mi obra o la de otros muchos pintores de arte abstracto y crece en mi una de las mayores pasiones que se pueden sentir. No puede evitarse un enamoramiento total y absoluto de estas formas creadas tanto en pintura, como en escultura. Sobre este segundo tema, una de las cosas que más me atrae y más deseos tengo, es realizar todo aquello que pueda mantenerse en el espacio formando parte de él como si siempre hubieran estado y que su ausencia dejara un gran vacío. Una buena obra pertenece al espacio, en él tiene su lugar, su hueco como la pintura tiene su en una blanca superficie. El arte pide poco ya que está creado para formar parte de nuestro espacio. Forma parte de mi y aun que mis obras estén lejos, están siempre dentro de mi espacio interior. Hierro, madera, lienzo, bastidor, oleo, y materias, es suficiente para entablar un extenso diálogo, una emotiva conferencia sobre lo mejor de la creación. Los motivos que me arrastran hacia tanta belleza son innumerables, me siento prisionero de ella y eso me produce plena satisfacción. No son cadenas, son abrazos los que me mantienen preso.

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