Tal vez por estar más cerca de los creadores, dé una imagen de menosprecio hacia los pintores que trabajan dentro del realismo o el impresionismo y no es así. Para mí y bajo mi punto de vista, pintores hay muchos y son pintores de una excepcional calidad. Muchos de los que con mi más sincera admiración no sólo puedo dar sus nombres sino, además mostrar obras que para mí son la representación de la maestría en el manejo de, tanto del dibujo como del pincel y por supuesta, la riqueza de su paleta. Sobre estos a los que de verdad admiro quiero hacer mención de unos pocos ya que sería muy largo enuméralos a todos los que aún están en activo, dejando a un lado los del pasado, no por falta de reconocimiento a su labor, sino porque este no es el caso de mencionarlos y sí los que aún están en pie de guerra como Antonio López, Isabel Guerra, Vicente Traver sin olvidar a Eduardo Naranjo. Este último, para mi criterio roza el surrealismo dentro de su impecable realismo.
Los que siguen mi blog, ya que no sólo para mi escribo, habrán podido comprobar que cuando hablo de realismo, lo hago con el suficiente conocimiento de ellos, pues sería imperdonable que después de haber pasado por una facultad de arte, entes por un periodo de preparación para poder ingresar en ella, sería un verdadero crimen que no hubiera sacado un mínimo de conocimiento de lo que copiar la realidad de nuestro entorno, tal vez no con la sapiencia de un Antonio López, pero estoy muy cerca de él y de muchos de sus cualidades.
En mi periodo de estudiante, me enamore de una serie de estatuas y no puedo evitar el nombrarlas como la Venus de Milo, el Esclavo, David de Miguel Ángel, o discóbolo de Mirón, y qué decir de los bustos de Sócrates o Hipócrates. Que gozo y con qué placer, en la clase de pintura interpretábamos los bodegones que nos colocaba los bedeles según el criterio de nuestro profesor y en algunos caso los menos, el catedrático de pintura, o los paisajes que pintábamos arrastrando nuestro caballete, la caja de pinturas más baratas y ese lienzo no mayor de 50 x 60 cm. aproximadamente, por esos lugares perdidos de la mano de Dios. Las broncas eran inmensas e intensas cuando en lugar de copiar lo evidente, o sea la cerámica, la tela y las frutitas con las botellas de cristal incluidas, o los arbolitos y las casitas, nos saltábamos a la espalda las normas y realizábamos nuestra propia interpretación del tema. Lo evidente, lo real, estaba ahí, lo sentimental, dentro de nosotros y cada uno hacíamos nuestra interpretación según nuestro criterio, no como rebeldía, o tal vez sí, ya que lo evidente no era nada para nosotros, lo subjetivo sí, ya que no se separaba mucho de nuestra necesidad de diálogo, no con el espectador, sino con nosotros mismos. Rebeldía, sí, y con la fuerza y la vehemencia de una corta edad pero muy bien trabajada por el entorno, podíamos dar suelta a nuestros pensamientos que por aquel entonces quemaban mucho dentro de nuestros corazones, teníamos que sacarlos fuera aún sabiendoque no eran de agrado de nuestros enseñantes, arrancarlos de cuajo de nuestra alma y así establecer un espacio de sosiego siendo conscientes que nos íbamos a ganar una soberana regañina, incluso un sonado suspenso por tales hechos.
Nuestra ilusión era pintar lo no visible, pintar un sentimiento y tener la capacidad de dar forma y color a lo que carece de ello y así establecer en aquel entonces un acto de personalización en contra de lo establecido y hacer llegar nuestra voz más allá de lo reconocido por una burguesía adocenada donde sólo lo evidente tenia para ellos valor, aun que careciera del el más mínimo contenido intelectual, o sea, carente de comunicación, sólo cargado del más espantoso vacio. Era como pintar la nada con forma de objeto o persona y en muchos casos que aún están en moda, personas emulando una historia pasada que en la obra nada tiene de ello, pues no sólo no han sido vividos esos momentos, esas épocas, sino que además muestran un total desconocimientos sobre ella y sus circunstancias.
Esa época nos marcó a muchos, es cuando tuve la suerte de conocer a Tapies, Dalí y a Joan Miró, este último no fue ni es alguien de sienta una él gran admiración. Tapies si me causó una impresión que aún en estos días siento su obra muy dentro de mí, pero el que de verdad me ha marcado en lo más profundo de mi sentir, al que sin conocerlo ha sido mi mejor maestro es sin dudarlo Lucio Muñoz y mira que hay artistas, a los que considero como tales, que anteponen un sentir por encima de lo concreto. Dejan a un lado lo evidente para a través de materia, colores y todo cuanto está a su alcance, lo emplean para expresar su verdad, una verdad que solo la reflexión deja espacio a la comprensión, al entendimiento de uno mismo, que a través de la obra se establece ese diálogo tan rico en sentir. Me gustaría hablar de tantos que dejaron su vida a jirones por el camino por pintar un ideal, por comunicarse con los demás, para susurrarles sus angustiáis, sus deseos, sus ilusiones y pongo como un ejemplo de este andar siendo su pintura posimpresionista al tan menospreciado en su momento como fue Van Gogh y hoy venerado como algo excepcional.
Quiero dedicar este escrito a tantos verdaderos creadores, creadores que dejan al margen lo evidente, cosa que se consigue con un gran esfuerzo no solo intelectual, sino además de una notable sensibilidad, como así lo hemos intentado muchos, unos con más suerte, o mejor preparación que otros, para pasar a un plano superior, eso sí, sin menospreciar a estos pintores que salvo excepciones (me refiero al surrealismo) establecen un diálogo como base fundamental para establecer la comunicación entre su sentir y el receptor, de su pensar a través de su obra.
Son casi innumerables los que me apasionan, puedo dar y así lo hago una serie de nombres, no todos los que han cautivado mi alma, mi corazón como; el ya nombrado Lucio Muñoz, Tapies, el gran maestro e iniciador de esta forma de expresión, del la abstracción más pura como fue Kandinsky, Robert Delaunay y su mujer, Mondrian, Calder, María Elena Vieria da Silva, Hans Hartung, Pierre Soulages, Jackson Pollock, Saura, Picasso, Louis Nevelson, este último copiado por nuestro magistral Manolo Valdés en su obra en madera del librero. Este artista al carecer de recursos creativos a tomado y ha transformado lo ya realizado por otros creando a traves de ese concepto ajeno a él algo propio, e ahí su genio y sin duda alguna, mi más sincera admiración, pues ha dado una nueva y audaz lectura a lo que otros por sus circunstancias de una sociedad muy arraigada a unas normas de la época y dado que ejercían sobre ellos el derecho del mecenazgo, no tuvieron esa oportunidad, pues en aquel entonces como los picapedreros, la pintura era una profesión, un oficio. Sólo uno se rebelo contra lo "legalmente" establecido y me refiero a el gran maestro Goya, que fue capaz hasta de enfrentarse a la Santa Inquisición, pintando en pelotas, tal vez a la Duquesa de Alba, eso dicen.
Hasta aqui llego en mi penar, este es el resultado de mis largos paseos, estos son mis pensamientos, no todos, sólo los que quiero contar a través de este cuaderno de bitácora, mi cuaderno de mis pensamientos hoy, de mi historia también. Si gusta me alegro, si para muchos es un rollo, allá ellos.
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