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sábado, 31 de julio de 2010

COMO SE JODE UN GRAN MOMENTO.


Últimamente a lo largo de mis paseos, busco y no sé por qué una luz. Estudio a cada paso esa serie de cambios que se producen en lo que antes menos me gustaba, el ocaso o la caída del sol. Ahora se que cuando desaparece en el horizonte el sol busca otro lugar para regalar sus rayos, su luz. Existe apenas unos segundos en que todo cambia de color, demasiado rápido y es difícil retener cada uno de esos segundos. Corro y sigo al sol, me deslumbra pero busco ese roce casi suave sobre algún elemento que a través de él, sus rayos parezca que lo atraviesan todo. No es fácil, gente, novios haciéndose ridículas fotos con poses de antaño, de esas que ellos mismos se reían entre burlas, pero un avispado fotógrafo con aires de genio y hábil en el truco de la más ridícula de la pose, les hace creer a los pobres hipotecados, que es un maestro en tales menesteres. Sorteando la marabunta de parejas acompañados del fotógrafo y el cámara de video en plan genio de la foto-cine, le proponen una poses que más bien parecen maniquíes como esos que están en las entradas de los bazares de los chinorros con prendas aparentando cierto exotismo, mientras ellos con cara de muy pocos amigos están esperando en la puerta que alguien entre a comprar uno de sus trajes, mismamente es lo que parecen con la decoración ya manida de la ciudad de las Artes y las Ciencias. Ahora entre las parejas de novios, la disputa estará en quien ha encontrado la mejor pared, columna o estanque para sus fotos..... jajajaja, ya me rio pensando en cómo los muy incautos, no sólo se comparan las vestimentas, ellas típicas, pero ellos, Dios mío, trajes blancos o color hueso, sin chaqueta y con unos chalecos tipo tahúr del Misisipi. De verdad que le quitan todo el encanto al lugar. Tal hecho ocurre todos los días y hay para elegir, es la parte que me estropea la vista del color del momento, irrita mi inspiración y de verdad que me jode tanta ridiculez y engaño del fotógrafo que no se le ocurre otro lugar, y son muchos más que la Ciudad de las Artes. Hoy en Valencia, todas las bodas de medio pelo tiene su recuerdo de ese día, en tal lugar, ni una se escapa. las de mejor tono las hacen en lugares más discretos, tal vez menos populares pero llenos de encanto como en su día fueron los Jardines de Monforte, lugar también ya muy trillado por la ordinariez y el garrulismo. Todo esto hacen que mi gran momento, se rompa, pues no tengo modo de apartar con verdadero espanto la mirada de semejantes engendro de poses donde quieren aparentar locos amoríos para toda la vida. Recuerdo una de ellas, la "pose" en uno de los pilares que están muy inclinados, la base de un puente y de verdad, sin los novios es una obra de arte, ella sentada en plan hada romántica mientras su vestido medio doblado hacia dentro afeaba la pose y ningún estilista le ponía el traje a la novia como era lo correcto, el fotógrafo, ojo en la cámara, el del video, lo mismo, ni caso se tal percance, ella la pobre haciendo mil equilibrios intentaba que ese vestido blanco y radiante, ese vuelo de la falda, estuviera perfectamente colocado, el fotógrafo artista él, ni caso el del video nada de nada, el vestido hecho un desastre de tal modo que estuve a punto de acercarme y poner las cosas como Dios manda para que por lo menos esa foto tuviera cierta corrección en lo que dependía del traje, ya que de por sí, el lugar y la situación creada por el genio era una soberana cagada. El novio, sentado a su lado y como en un tobogán se escurría hacia abajo, los mil esfuerzos que hacía para estar lo más cerca de la novia. ella la pobre ya tenía bastante con el problema del dobladillo del tan suntuoso traje de radiante novia, él luciendo chaleco color oro, súper-bordado con mas hilos dorados que la casulla del Arzobispo de Toledo, la camisa blanca y la corbata estilo del ex de la princesa, o sea Marichalar. El pobre no podía acercarse a la novia pues le estropeaba la pose o sea el traje a todo esto resbalando y que por más que se agarraba al lúcido y brillantoso azulejo (llamado trencadis muy utilizado por Calatrava en sus creaciones de dicho lugar). Como el novio dada la envergadura, con perdón por la palabrita, con cara de no resbalarse y conservar la aparente belleza del traje de su ya mujer pasada por el altar, luciendo ese deslumbrante chaleco me recordó una imagen de una desastrosa obra de Romeo y Julieta escenificada por una tropa de aficionados cuyo texto apenas se sabían y como no, la romántica escena del sofá de Don Juan Tenorio donde o se cepillaba a doña Inés o se la machaba allí mismo dadas las prisas por tales necesidades de ganar una apuesta. El fotógrafo con aires de artista de un desmesurado mal gusto, en pose de gran genio con un montón de años en dicha y noble profesión, dale que te pego al dedito del clic, junto a él, ese pardal de video cámara buscando las más bellas imágenes para conmemorar tan gran acontecimiento. Yo siempre me quedo con una duda , si las fotos son de la más clásica usanza, o sea, tipo principios de siglo, ella va a ser desflorada esa noche por el galán del chaleco o eso ya carece de importancia porque ya son duchos en la materia, desde luego él con ella tal vez, sin ella hoy en día, a "tuti ple" y ella seguro que tal cosa ya no es novedad por su conyugue o por un alto grado de entrenamiento donde dicho personaje estaba ausente y era otro el entrenador. La segunda duda que me queda, y es ya la última, es si será capaz llegado el momento de quitarse el chaleco, o lo hará con dicha prenda puesta pues por lo que presiento le tiene mucha querencia y tal vez se sienta más sexi.


Esto es toda una tarde de mi paseo en busca de inspiración para mis obras. estas cosas me distraen, pero aún así y esperando que desaparezcan del lugar donde quiero apropiarme de la luz del sol, espero con paciencia que desparezcan y poder captar esa luz, ese color ese momento, creo que casi lo he conseguido, ya que cada día que pasa el color, la luz son diferentes y quiero absorberlos íntegramente, pues de los colores, los de cada día forman la base para mis próximas obras.



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