Como creo que ya he contado antes, soy un amante de los animales, de todos sin excepción. Ejemplo, el domingo mientras me bañaba en la piscina del club donde suelo ir para "relajarme" (contaré cosas sobre este lugar, más bien sobre los lugareños) me encuentro una avispa pateando el agua, su final, que es voy a decir, pues como las de muchas, por más pateo, ahogadas. Ellas acuden para, tal vez refrescarse y no sé, saciar su sed, pero el agua no perdona y su peso al mojar su cuerpo les impide volver a volar. Me acerque a ella, junte las manos y con mucha suavidad la saque de la piscina. Empezó a revoletear a mi alrededor, detalle que lo tome como que me daba las gracias y desapareció. Este pobre animal no me hizo lo mismo, como en el cuento de el alacrán y la rana, ya que su instinto es buscar alimento en las flores, nunca picándome ya que ello sería como no haber salido del agua. Yo actué por el bien de ella y ella no sólo no vio por mi parte el menor signo agresivo, sino que tal vez mi cariño hacia ellas, pues de no existir quien coño fabricaría la miel que con tanto gusto nos metemos entre pecho y espalda. Le hice un favor a la abeja y a una serie de acémilas que las matan por miedo a que les piquen, pero meten el dedo en el tarro de miel siempre que pueden los muy cabrones.
Bueno, pues después de este paréntesis, sigo con mi relato. En mis paseos por el rio, espacio como ya he mostrado es un fantástico jardín, hay muchos lagos artificiales (idea genial del responsable por mantener un lugar de paso de agua como lugar y espacio de agua con esta serie de embalses que te recuerdan el objetivo natural del lugar) en esos espacios, los perros como niños enloquecidos por la ilusión de sus juego, más ahora con el intenso calor que hace, se meten en el agua y juegan enloquecidos, unos entre ellos, otros, porque su señorito les tira una pelota que ellos a grandes saltos van con la energía de la ilusión del travesura, a por ella llevándosela una y otra vez a su fiel amo.
Tal es el interés del can, que antes que él, es el amo el que ya no puede con el brazo, ya que el muy bestia la quiere lanzar además de muy lejos con la fuerza y la maestría de un pitcher de Baseball y no doy nombres de los que con más potencia la lanzaron porque aquí en España, tal deporte nos lo pasamos por debajo del puente de nuestro campanario ya que es tal la minoría que le "gusta " que no merece la pena ni pararse en contarlo, pero nombres de grandes lanzadores si puedo dar, tal vez en otra ocasión ya que este no es el tema.
De entre los canes, los hay tranquilos, los que se dedican a darse un fresco paseo por las turbias aguas del laguito, los bajitos, tiene que nadar, los grandotes, esos van de un lado a otro con la calma de no tener la menor prisa en irse a casa y además que lo que piense su amo, les importa un huevo.
Están los activos, los que juegan sin saberlo a corre que te pillo, los que son chiquitos pero matones, los que no dejan su pelotita ni "padios" la agarran entre sus manos y le gruñen a los dos o tres que tiene a su alrededor para que ni se les ocurra tocársela, es como mentar a su madre, solo le dan permisos a su señorito, ese lanzador de tan apreciado tesoro como es la pelota de pinchos de goma que chifla cada vez que la muerden o la cogen del agua.
Prometo de verdad que entre mi música, y ese espectáculo, paso un rato de lo más agradable, es uno de los pocos momentos en que mi pensamiento se convierte en perro y dejo de ser persona, pues si pudiera también correría por el agua en busca de tan preciado juguete. Es uno de los pocos momentos en que mi cabeza se relaja y deja de buscar o componer posibles nuevas ideas para mis obras, esas que han de nacer y espero que sea pronto. Este calor me mata.
Luego una vez relajado, vuelvo a mis andares, caminando por el lugar, ese bello lago que por desgracia tiene en el centro una horripilante escultura de hierro de no sé que mal llamado artista, que pretende emular a Neptuno a pie y sin carroza emergiendo de las tranquilas aguas de ese lago dedicada a esparcimiento de los nobles canes. A mí personalmente me la sopla, que como se ve dicha escultura, intenta ser el protagonista del lugar y nadie, menos mal, la aprecia, pues de hacerlo, no sé si se partirían de risa o potarían hasta la primera papilla que en su niñez les dieron. Eso es lo único desagradable del lugar. Escultura basta en creatividad y grasera en su ejecución. Carece la más mínima sensibilidad sobre el lugar, desequilibrada y friki conceptualmente ya que está mal inspirada no sé si en honor al Palau de la Música o por el lago, lugar tan bien aprovechado por los canes que Dios los dotó del placer de no darse por enterados de elementos decorativos de tan mala ejecución en todos los aspectos y poder así retozar sin el menor problema de tal maldito elemento. Este es un tema que como por el lugar abundan desordenadamente, ya comentare con más detalle en otro de mis pensamientos. Mi intención al empezar a escribir era otra, pero es esto lo que salió, los perros se lo merecen, el lago también, a la escultura ya le llegará mi opinión como la mierda de piano que alguien y en acero como las demás , ha creada para que de un hermoso lugar hubiera que tener por necesidad alguna que otra cagada y en este tema los canes no tiene la culpa, pues las suyas son recogidas con habilidad por sus señoritos, estas , de las que hablo, son perennes.
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